lunes, 9 de enero de 2012

Sierra del Buey. El Cervino de Jumilla.

Panorámica Sierra del Buey.
El Cervino de Jumilla, dicen que las comparaciones son odiosas, pero para un jumillano encontrarse con que fuera de nuestras fronteras se refieren a la Sierra del Buey con este calificativo es una enorme satisfacción y es que, por lo menos para mí, el Cervino es la montaña de las montañas.

Otra perspectiva del Buey.

A continuación os presento una ruta típica en esta sierra jumillana de 1.087 metros de altitud, se trata de la ruta que sube por la senda del “Lin”, llamada así en honor a esta gran persona que no hace mucho tiempo ha realizado un gran esfuerzo para señalizar y arreglar esta senda vertiginosa que nos sube a la mismísima cumbre por su pared sur.

Senda de subida.

El pasado jueves 5 de diciembre me dispuse ha realizar esta ruta yo solo, disfrutando de cada paso, de cada vista, de los sonidos de la montaña, en definitiva, buscando las sensaciones que solo se pueden encontrar en la montaña y que a uno le hacen sentirse vivo Hacía un viento bastante fuerte del norte, cosa que pronto cesaría cuando me metiera debajo de la pared sur de esta sierra.

Trayecto de subida. (Dibujado a ojímetro)

Ya desde abajo se intuye el camino por donde pasaría, a pesar de que a simple vista parece imposible subir por ahí, conforme me voy metiendo en la pared se observa como la senda va aprovechando todos los resquicios posibles para ir esquivando las paredes y cortados.

Subiendo entre los estratos, algunos en el suelo.

Únicamente hay un punto equipado con unas cadenas en las que hay que extremar la precaución pues se trata de un paso bastante aéreo, en caso de querer evitar el paso hay una variante que evita tener que pasar por él.

Paso equipado con cadenas.

Conforme me iba acercando a la cumbre el viento se hacía más intenso, esperaba disfrutar del vuelo de las simpáticas chovas piquirrojas o porque no de la elegancia del águila real, pero no fue así, supongo que debido al fuerte viento, en vez de ello, me dispuse a disfrutar de las hermosas vistas existente y del pueblo de Jumilla que casi lo podía tocar con las manos. El paisaje solo queda afeado por el parque eólico montado en esta sierra y que por fortuna se queda bastante lejos de la cumbre.

Jumilla, al lado.

Una vez relajado y satisfecho de esta maravillosa sierra jumillana me dispuse a descender por la cuerda oeste, la ruta normal de ascenso a la sierra por la que desde jovencillos hemos subido muchísimas veces a reencontrarnos con la sierra más aérea de las que disponemos en nuestro término municipal.

Datos técnicos:
Tiempo subida: 55 min.
Tiempo bajada: 50 min.
Tiempo total: 1h45min.
Desnivel positivo: 600 m.
Distancia: 5,5 km.


Perfil de la ruta.

3 comentarios:

BÉLULA dijo...

Me da la sensación de que sabes disfrutar al máximo de una salida. Es importante detenerse a mirar, a oler, a sentir lo que te rodea con tranquilidad...y así conocerlo y apreciarlo.
Últimamente la mayoría de los senderistas que conozco han tomado otro camino: a ver quién puede más. Y así no me me parece tan atrayente la montaña. Para mí no es una competición, sino un disfrute el salir a andar.
Es una pena que se desvirtúe el verdadero sentido del caminante.

estepablanca dijo...

La verdad es que es fácil que a uno le guste exprimirse el cuerpo al máximo en un entorno como el que el montañero o ciclista de montaña tiene la suerte de transitar, parece que al sufrirlo lo quieres más, cuando la montaña saca todo lo que tienes dentro parece que te fundes más con ella, es como si adquiriera personalidad y por otra parte es una lucha contra tí mismo. Pero, por lo menos para mí, eso es muy diferente a la "competitividad", una palabra fea por cierto, por desgracia bastante de esto hay en la vida diaria como para en el tiempo libre entretenerse buscando esa cosa, que no te niego que en ocasiones haya buscado, pero intento que sea excepcional. Con la competitividad es como si el tiempo se acelerara, y para disfrutar las cosas, el tiempo tiene que correr sin prisa pero sin pausa, así se puede saborear, de otra manera no. En resumen, me quedo con lo primero y no con lo segundo, pero por desgracia en esta vida me da la impresión que hay más gente que tira por lo segundo. Lo primero no trae cosas malas, únicamente se busca superación personal y sensaciones en la naturaleza, lo segundo, por lo menos para mí, cansa y a la larga puede tener consecuencias no deseables. Por otro lado, es verdad que hay que saber detenerse a observar los detalles, a observar los paisajes, a oler, a empaparse del lugar,... de otra manera daría igual estar en la montaña que en cualquier otro sitio, y este es un factor importantísimo que no se puede olvidar. En lo que respecta a mí, intento mantener un equilibrio de las dos cosas, hay momentos para exprimirse, momentos para empaparse en mayor medida del entorno, y como no, momentos para disfrutar de las dos cosas juntas obteniendo de esta manera sensaciones, que por cierto, pueden llegar a ser muy diferentes a si las disfrutas por separado. La verdad es que con los tiempos que corren es muy fácil cruzar la barrera hacía la competitividad, pero si esa cosa no te gusta, también es fácil darse cuenta que te estás metiendo en un campo que no es para tí y volverte a lo tuyo. Además, para finalizar, solo decir esto, que como todo lo escrito es tan discutible como una opinión que es, en mi corta experiencia me he dado cuenta de que el que de alguna u otra manera tiene atrapado el corazón por la naturaleza/montaña, se muere con ello, es un estilo de vida, el que solo busca la "competitividad", no se puede generalizar porque todos los casos no son así, pero en la mayoría de ellos, llegarán y se iran igual que han venido, y ya no volveran a querer saber nada de ese "deporte competitivo". Gracias por tu comentario, me ha parecido muy oportuno. Un saludo.

BÉLULA dijo...

Gracias a usted, maestro, por su extensa explicación, (aprecio tu experiencia que, por otro lado, no es corta, como dices)
Lleva usted mucha razón para mi entender. Saludico, señor Estepablanca!!!