Ante esta predicción, parecía que el amanecer podría deparar alguna que otra luz interesante que no me podía perder, así que me dispuse a cargar con todos mis cacharros fotográficos y de madrugada salí en busca de esas luces que había visto en mi mente y que no sabía si las encontraría donde yo quería.
A las 6 horas y 50 minutos, todavía de noche, me disponía a empezar a ascender la sierra del Carche por la senda que parte del salero de La Rosa.
Al principio con el frontal y posteriormente, conforme se iba haciendo de día, con la luz de un nuevo día, poco a poco, iba ganando altura. Conforme aumentaba la luz iba observando como la zona de la cumbre estaba totalmente escondida por una niebla espesa, lo cual no me hacía ser optimista, me daba la impresión de que la niebla iba a mantener ocultado a aquel que debía convertirse en uno de los actores principales de la foto que yo buscaba, el sol. A pesar de ello, el viento era intenso, por lo que albergaba algo de esperanza, quien sabe si con este viento las nieblas corren tanto que en un momento se hace la luz.
Poco a poco seguía para arriba disfrutando de la ruta y del entorno, iba pasando por sitios con foto, pero que en esa mañana y sin las luces que yo esperaba no me deparaban ninguna novedad, así fue pasando el tiempo y el camino y llegué a las inmediaciones del Pozo del Mosquito, ya estaba casi arriba, y no parecía que fuera a pasar lo que yo esperaba, así que me puse a pensar en un plan “B”.
En la zona alta de la sierra del Carche, tenemos una joya botánica el comúnmente denominado Pino salgareño o laricio (Pinus nigra sp. mauretanica). En numerosas ocasiones le he echado más de una foto pero ninguna de ellas ha satisfecho mis expectativas. Me atrae de estas reliquias vivientes sus formas retorcidas que nos informan de los rigores del clima ahí arriba, así que me dispuse a hacer otro intento para captar la belleza que esconden estos seres tan asombrosos.
Les tomé dos fotografías, todas ellas en blanco y negro. En la primera fotografía, con el gran angular en 12 mm y un diafragma cerrado a f11, intenté captar una perspectiva del árbol en la que resaltara esa corteza blanca que nos conduce a un ramaje tortuoso en el fondo. El cielo aportaba mucha luz, por lo que a efectos de reducir el rango de tonos presentes en la toma, utilicé también un filtro degradado neutro para quitar un poco de luz en la parte superior de la foto, el resultado fue este:
En la segunda fotografía me centré en el ramaje de la parte superior, como antes he dicho, siempre me ha llamado la atención las ramas tortuosas y aparasoladas de este pino. La foto que a continuación os presento la llevaba en mi cabeza ya mucho tiempo. En primer lugar el encuadre era fundamental, había que centrar bien el tronco y ramas del árbol, evitando cualquier interferencia de otro elemento en el encuadre, para ello utilicé un poco más de focal que en la foto anterior, un 25 mm y seguí utilizando un diafragma bastante cerrado f13 para tener la mayor profundidad de campo posible, el resultado conseguido fue el siguiente:
En fin, una mañana en la que no se cumplieron mis previsiones, pero de la que estoy satisfecho debido al resultado obtenido en el plan B previsto sobre la marcha, y en la que independientemente del resultado conseguido, pude disfrutar de un entorno entrañable y bonito, y de unos seres mágicos que esperemos que sigan sobreviviendo durante muchiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisimos años en este reducto de nuestro Jumilla.
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