Ascendiendo al collado que nos dejaría la Cuerda de la Almenara.
Salimos de la zona denominada “El Retamar” por el cordel de La Almenara, suponemos que antigua vía de pastores. Este cordel conduce a un collado a partir del cual iniciaríamos la Cuerda de La Almenara. El recorrido que transita por la cuerda es un tramo sin senda, campo a través, sin ninguna dificultad técnica ni de orientación, que nos ofrece unas fantásticas vistas tanto de la umbría como de la solana de esta sierra, teniendo siempre como telón de fondo la mole caliza objeto de la ruta que no es otro que la Almenara.
Ascendiendo a la Almenarilla.
En el inicio de la cuerda se asciende a la Almenarilla de 1.679 metros, una cumbre más modesta que su hermana mayor pero no por eso menos bonita. El viento hacía acto de presencia y venía algo fresco, hecho este que era de agradecer, ya iba siendo hora de que el tiempo se volviera realmente otoñal. En el inicio de este trayecto tuvimos la ocasión de observar un gran número de agallas presentes en los quejigos. Las agallas son malformaciones tumorales que se producen en los brotes más jóvenes de esta fagácea debido a la picadura de un insecto parásito, con ello el insecto consigue que la puesta que realiza quede protegida por el tejido acolchado de la malformación.
La Almenara aparece grandiosa desde la Almenarilla.
Una vez recorrida la Cresta de la Almenara, por fin llegamos a la cima del mismo nombre. El tiempo en la cumbre invitaba a la relajación y la contemplación, el viento venía algo fresco pero el sol tan agradable que hacía en ese momento junto a la magia del lugar hizo que nos lo tomáramos con calma antes de decidirnos a irnos para abajo.
Cumbre de La Almenara, 1.796 metros.
A la bajada de la cumbre visitamos la Fuente del Pino de Los Muchachos, repusimos agua y nos encaminamos a un cortijo situado en las inmediaciones de la Dehesa de las Almenaras donde comeríamos. La bajada por esta zona fue un poco calurosa, aquí el viento no soplaba y el tiempo nos hacía recordar la anomalía climática que estamos viviendo en este inicio de otoño, con unas temperaturas excesivamente altas y unas precipitaciones escasas, de hecho el arroyo que discurre paralelo a la ruta estaba totalmente seco, cuando lo normal sería que a estas alturas del año llevara agua.
Vistas otoñales desde La Almenara.
Una vez lleno el estómago nos dispusimos a afrontar el tramo final de la ruta que nos conduciría al punto de partida.